Confucianismo

Vida de Confucio

El filósofo más antiguo y brillante de China, Kong Zi, conocido en Occidente por Confuciosu nombre latinizado, Confucio, fue un erudito oscuro y frustrado. Nacido en el año 551 a.C., durante el período de los Estados Combatientes, vivió en una era de reinos mezquinos, en la que la vida se hallaba amenazada por guerras constantes, peleas internas y discordancias sociales. Confucio simplemente vio la sociedad como algo que podía ser mejorado si los individuos obraban apropiadamente. Rememorando una época mítica y anterior de paz y virtudes sociales, predicó la observancia del ritual y la corrección como respuesta suprema al aterrador desorden del mundo en que vivió. Durante su vida vagó de corte en corte intentando enseñar a los soberanos una manera mejor de gobernar, aunque como le ocurriera a su contemporáneo Sócrates en Grecia, fue mayormente ignorado por los hombres que de j tentaban el poder. No obstante, en los siglos posteriores a su muerte, el confucianismo, tal y como se refleja en las Analectas, una colección de escritos acerca de su vida y dichos que fue recopilada por algunos de sus discípulos, se convirtió en la más influyente y fundamental de las filosofías chinas.
 

Filosofía de Confucianismo

Templo de Confucio en Qufu

Templo de Confucio en Qufu

El confucianismo, que nunca ha sido una religión en el sentido de que postulase una divinidad superior, es más bien un conjunto de valores morales y sociales diseñados para armonizar a ciudadanos y gobiernos entre sí y con los antepasados. A través de la formación adecuada en el estudio de los clásicos y la observación de las reglas de la corrección y el decoro, incluyendo el culto de los antepasados, el hombre superior puede alcanzar un nivel de rectitud moral que a su vez asegurará un orden social estable y justo. Como teoría política, el confucianismo hablaba de la necesidad de que el «más grande de los sabios», aquel cuyo sentido moral sea más refinado, fuese el gobernante. Con un buen gobernante, uno que practicase los modos virtuosos de los antepasados, y que fuese ejemplar según las cinco virtudes confucianas (benevolencia, rectitud, decoro, sabiduría y responsabilidad), el mundo y la sociedad se hallarían en orden de manera natural. La fuerza, la medida correctiva por excelencia, sería innecesaria. Como dijo el propio Confucio:

Si el gobernante desea genuinamente el bien, el pueblo será bueno. La virtud del gobernante debe compararse al viento y la del pueblo a la hierba. La hierba no puede sino inclinarse ante la fuerza del viento.

Los dioses no desempeñan ningún papel en esta estructura: el hombre es capaz de perfección por sí mismo, siempre que las virtudes de un soberano superior se reflejen en el comportamiento de sus súbditos. En lugar de Dios, los requisitos previos para una sociedad ordenada son las cinco relaciones jerárquicas, y a través del desempeño adecuado de los deberes que comportan, la sociedad debería estar «en paz consigo misma». Las cinco relaciones perfilan una estructura rigurosa de responsabilidad y obediencia hacia la autoridad: de gobernado a gobernante; de hijo a padre; de hermano menor a hermano mayor, de esposa a marido, siendo la única relación igualitaria las dadas entre amigos. La intención es crear orden y estabilidad a través del gobierno de una elite moral, aunque en la práctica, la aceptación de la jerarquía de esas relaciones así como de los preceptos de devoción filial han justificado una forma de gobierno totalitario a lo largo de la historia de China. La virtud suprema del hombre y la mujer cultivados han sido siempre la obediencia.
 

Desarrollo de Confucianismo

Celemonia en Memoria de Confucio

Celemonia en Memoria de Confucio

Desde los tiempos de la dinastía Han (206 a.C. 220 d.C.) en adelante, el confucianismo se institucionalizó como el sistema de gobierno que prevalecería en China durante 2.000 años. Con él, y con la noción del funcionario erudito como administrador ideal, apareció la notoria burocracia china. Los hombres debían estudiar durante media vida a fin de aprobar los exámenes imperiales y lograr un nombramiento en el gobierno. Estos exámenes eran pruebas muy rígidas sobre el conocimiento erudito de los clásicos confucianos. Desde principios del siglo XII, el poder en China ha estado en manos de una burocracia empapada en los comentarios clásicos acerca de ritos y rituales escritos 5 siglos antes de nuestra era.

El gobernante ideal confuciano, claro está, nunca llegó a hacer acto de presencia (no se esperaba que el emperador pasase los exámenes) y los funcionarios eruditos solían acabar convertidos en burócratas corruptos y en terratenientes explotadores. Además, los ideales confucianos de sumisión a la autoridad no venden mucho en los tiempos actuales. Por otra parte, con su énfasis en la cohesión de la comunidad y la sociedad, el confucianismo ha desempeñado un gran papel a la hora de mantener a China apartada de la intolerancia y el fanatismo religioso que tantas guerras han provocado en Europa durante 2.000 años. Y en la actualidad resulta evidente que Confucio todavía tiene un papel activo en la encarnación de los tan pregonados «valores asiáticos», es decir, del sistema de gobierno de no confrontación (y nada democrático). También a nivel popular, en las familias, se observa un regreso a viejas prácticas como el culto a los antepasados.