Valle de Jiuzhaigou

Situada en la Prefectura Autónoma de Aba, el extremo norte de la Provincia de Sichuan, junto a la frontera, el Valle de Jiuzhaigou es una reserva natural y el parque nacional. Clasificado como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, Jiuzhaigou es un precioso valle alpino salpicado con lagos de color turquesa. Cubierta por bosques tupidos y rodeada por altos picos nevados, Jiuzhaigou es un tesoro nacional, habitado por especies protegidas como los takines, los monos dorados y los pandas.

El mosaico de resplandecientes lagos de Jiuzhaigou fue descubierto cuando los científicos, siguiendo a unos pandas para observar su hábitat natural y sus patrones migratorios, llegaron a esta maravilla escénica. Los científicos creen que los lagos se formaron a causa del calcio carbonatado de las aguas cuando la tierra estaba entre eras glaciales. Al calentarse el clima global, el calcio carbonatado entró en actividad y se adhirió a los obstáculos del agua creando las formas lunares blancas como la leche que se pueden ver en el agua del lago de Jiuzhaigou. El paisaje de la zona deja sin respiración, ya que la pura belleza del lago y los colores vibrantes desafían toda explicación.

Según la leyenda, Jiuzhaigou fue creado cuando un demonio celoso hizo que a la diosa Wunosemo le cayera su espejo mágico, regalo de su amante, el guerrero God Dage. Al caer en la tierra el espejo se rompió y formó los 118 lagos. Los sorprendentes matices de los lagos varían de azul a verde hasta marrón claro, gris oscuro y púrpura claro. De acuerdo con la ciencia, los espectaculares colores son debidos a las plantas acuáticas de los lagos,las diferentes temperaturas del agua, cómo se refleja la luz y la cantidad de calcio carbonatado en el agua. Sea cual sea la razón, no hay duda de que los dioses y la naturaleza han sido excepcionalmente generosos con Jiuzhaigou. Ciertamente, Jiuzhaigou es todo color.

El nombre Jiuzhaigou procede de los nueve pueblos tibetanos escampados por el valle. La tribu tibetana Baima vive aquí-granjeros y cazadores, cultivan maíz en terrazas de la montaña y crían bisontes. Los Baima son distintos a otros tibetanos porque tienen su propia escritura para su lenguaje. También tienen sus propias escrituras religiosas y adoran a los dioses de la montaña como oposición a ser parte de un espectro más amplio del budismo tibetano.