Historia de Luoyang

Gran parte de la historia de Luoyang se reveló en la década de 1950 gracias a las excavaciones que se llevaron a cabo para reconstruir la ciudad, y a los trabajos de regadío y formación de terrazas agrícolas en los campos de la zona. En tan sólo unos años salieron a la luz 60 yacimientos y 1.000 tumbas. Ahora se sabe que, hacia el año 5000 a.C., esta zona estaba densamente poblada; el yacimiento neolítico descubierto en 1921 al oeste de Luoyang, en Yangshao, era sólo uno de tantos a lo largo de la llanura del río Amarillo. Los restos arqueológicos de Luoyang están emplazados en un lugar estratégico, rodeados por colinas en tres de sus lados y limitado por cuatro ríos. Se han encontrado restos de la dinastía Shang, de la Edad del Bronce, pero el principal hallazgo ha sido una ciudad amurallada de la dinastía Zhou que data del 1000 a.C. Esta urbe fue la capital de China a partir del año 771 a.C., y según la tradición, Confucio estudió aquí y Lao Zi estuvo encargado de los archivos. Bajo el emperador Qin y los primeros Han, la capital volvió a Xi’an, pero poco después (entre el año 25 y 220 d.C.), la misma dinastía Han se vio otra vez obligada a retirarse a Luoyang, construyendo su ciudad al este del Templo del Caballo Blanco.

El comercio y las comunicaciones de Luoyang con el oeste a través de la Ruta de la Seda creció rápidamente. La Universidad Imperial fue fundada con 30.000 estudiantes y una gran biblioteca. Cailun inventó el papel y Zhang Hen, el astrónomo imperial, inventó la esfera armilar, lo cual demuestra que los chinos conocían el movimiento de los cielos bastante antes que en Occidente. El budismo apareció aquí en el año 69 d.C.

Durante un tiempo, en los años turbulentos que siguieron a la caída de los Han, Luoyang se mantuvo como capital de una serie de dinastías, y centro de la vida cultural china. Aquí, el poeta Zuo Si escribió una serie de poemas, Las tres capitales, que alcanzó tanto éxito que provocó una escasez de papel a causa de la afición a copiar sus versos.

Cuando los invasores del norte, los Toba Wei, decidieron trasladar su capital al centro del país (provenían de Datong), Luoyang fue la escogida, probablemente porque se la tomaba por el centro del mundo. En el año 493, bajo la comandancia del emperador Xiao Wendi, se llevó a cabo el traslado y, de la noche a la mañana, se construyó otra capital. En 30 años, la ciudad había crecido hasta alcanzar el medio millón de habitantes, tenía mercados que vendían cualquier producto asiático, y más de 1.400 templos budistas. Las grandes esculturas de Longmen se iniciaron en este período. En el año 543, bajo el mando de otro emperador Wei, Luoyang fue abandonada de nuevo y sus gentes obligadas a trasladarse a Yeh. Una crónica de la época describe las murallas de la ciudad en estado de derrumbamiento, cubiertas de artemisa, las calles llenas de espinos y el mijo creciendo entre las torres ceremoniales del palacio imperial.

Luoyang permaneció en ruinas durante 70 años hasta que, bajo la dinastía Sui, fue reconstruida siguiendo un trazado cuadriculado a ambos lados del río Luo. Se reclutaron 2 millones de hombres para el trabajo, y la nueva ciudad se convirtió rápidamente en el centro comercial más importante de China, siempre lleno de mercaderes extranjeros. La población pronto alcanzó el millón de habitantes, con tres grandes mercados dentro de las murallas, más de 3.000 puestos callejeros y unas 400 hospederías para mercaderes. Para alimentar a la población, se traía grano desde la cuenca de Yangzi a través del Gran Canal, y se almacenaba en enormes graneros: el granero de Hanjia, descubierto en 1971 al oeste de la ciudad antigua, guardaba unas 250.000 toneladas, y se hallaba aislado de la humedad y protegido contra ratas e insectos. El emperador Yang Di trajo 3.000 músicos a la corte y se rodeó de científicos, ingenieros y estudiosos.

Bajo los Tang, Luoyang pasó a ser la segunda capital del imperio. Se dice que en el año 800 d.C., la emperatriz Wu Zetian, enfadada con las peonias por desobedecer sus órdenes de florecer en la nieve, las prohibió totalmente en su capital de Chang’an. Muchas fueron trasplantadas a Luoyang, donde enraizaron en la cultura popular, y hoy en día son una de las atracciones de la ciudad. En algunas ocasiones, la sequía obligó a la corte a trasladarse a Luoyang, y fue entonces cuando la emperatriz encargó algunas de las esculturas más importantes de Longmen.

Con el declive de los Tang, Luoyang perdió definitivamente su importancia; la capital se trasladó a Kaifeng y, gradualmente, el poder se fue concentrando en el sur. Luoyang nunca se recuperó y, hacia el año 1920, sólo quedaba de la ciudad un ruinoso asentamiento de unas 20.000 personas. El primer plan quinquenal escogió la ciudad como uno de los futuros centros industriales del país y, desde la década de 1950, ésta no ha parado de crecer. Una vez más, Luoyang es una metrópoli próspera, aunque menos atractiva y con más contaminación que la antigua ciudad.