Historia de Shanghai

Los núcleos más primitivos se remontan al 5.900 a.C. Shanghai se convirtió en un importante exportador de algodón durante la dinastía Song. Las ciénagas de río Wusong convirtieron a Shanghai en la capital regional en el siglo XIII. Al enriquecerse, la ciudad necesitaba defenderse de las incursiones de los piratas japoneses, así que se construyó una muralla de 6km de longitud con seis puertas y veinte torres para los arqueros durante la dinastía Ming, en 1553. Aunque su meteórico crecimiento más tarde engulliría esta zona, todavía hoy se la sigue conociendo como la Antigua Ciudad China. Para aumentar el comercio, en 1685 se construyó un edificio de aduanas para vender seda y té. Su población incrementó hasta alcanzar los 50.000 habitantes, dando nacimiento a muchos famosos eruditos chinos. Un personaje particularmente importante fue Xu Guangqi amigo y pupilo del misionero jesuita y temprano explorador occidental Matteo Ricci. Sin embargo, a pesar de unos principios tan internacionalmente prometedores, no fueron los sistemas diplomáticos lo que ayudó a abrir Shanghai al occidente.

Hasta la época colonial,la seda, la porcelana y el té eran los productos más en boga en Gran Bretaña, y China solamente aceptaba oro a cambio. Se creó un importante déficit en el comercio y los británicos intentaron encontrar un producto que pudieran vender a los chinos para equilibrar la balanza de comercio. Gran Bretaña se introdujo en el mercado de China con narcóticos, aprovechándose de que el opio era barato de conseguir en la India colo¬nial. Aunque era ilegal,muchos chinos no pudieron resistirse al placer prohibido y la dinastía Qing pronto se enfrentó con una gran crisis al comenzar a correr el opio y a escaparse la plata.

Cuando finalmente China reaccionó para intentar impedir la importación del opio era demasiado tarde. El resultado de la Primera Guerra del Opio fue el Tratado de Nanjing de 842, el primero de muchos “Tratados Injustos”. El tratado otorgaba la apertura de cinco puertos: Shanghai, Ningbo, Fuzhou, Xiamen y Guangzhou.

Con el Tratado de Wangxia, América introduciría a las levitas británicas en Shang¬hai, otorgándose también los mismos derechos que a los británicos. No queriendo perderse una fiesta tan buena, Francia se apuntó y se aseguró un trato similar que otorgaba a Francia una gran concesión en la mitad sur de Shang¬hai.

Cuando la rebelión de Taiping arrasó los cercanos territorios en la década de 1850,los campesinos huyeron en masa hacia Shang¬hai. Llegaban en balsas por la corriente del Su7hou y los comerciantes oportunistas no perdían ocasión en desplumar a los ingenuos campesinos. Los acaudalados compraban amplios terrenos y construían bloques de viviendas de un día para otro. Entonces alquilaban estas minúsculas habitaciones a granjeros desplazados a precios exagerada montéalos, dando inicio así al nacimiento de la urbe de Shanghai.

El comercio, liderado por el opio, atrajo a algunas de las casas comerciales más importantes del mundo. Los vapores y los Clippers comenzaron a congestionar el creciente puerto del río de Huangpu. Mantener el mercado iba a ser tarea dura para los británicos, ya que entrarían en Shanghai muchos más comerciantes que seguidamente la convertirían en una ciudad verdaderamente internacional.

La fomación en 1863 del Consejo Municipal dio a Gran Bretaña, Francia y América la libertad de administrar y gobernar Shanghai. Ese mismo año, América y Gran Bretaña afianzaron su colaboración formando la Colonia Internacional, teniendo a su cargo conjuntamente sus propias leyes y órdenes coloniales. Mientras tanto, Francia continuaba desarrollando su propia concesión.

Caprichos legales dieron a Shanghai una fama de ciudad para aventureros. Misioneros, mercenarios, mercaderes, hampones, pistoleros y rapaces de todo tipo llegaron aquí en manadas. La población aumentó de 50.000 a un millón en 1900, una impresionante tasa de crecimiento del 2.000%.

Entretanto, las grandes casas comerciales comenzaron a diversificar sus intereses abarcando los textiles, las casas de seguros, agencias de la propiedad y navegación. Los arquitectos erigieron sólidos edificios a lo lardo del Bund, incluyendo el famoso Hotel Catay, con su torre de color verde, Hong Kong and Shanghai Bank (HSBC), rematado con su cúpula, y la casa de Aduanas coronada con la torre del reloj.

El baile y el cava continuaron para los expatriados que hicieron de Shanghai su hogar. Estudios de cinematografía comenzaron a rodar en Shanghai y llegaron actores como Charlie Chaplin y autores de la talla de Christopher Isherwood, Bemard Shaw y Andre Malreaux vinieron a disfrutar de las vibraciones de la ciudad para inspirarse. Se escuchaba el quejido del jazz y se bailaban todos los ritmos. Las calles se veían abarrotadas de peditaxis tirados por hombres andrajosos y cargados con per¬sonas con esmóquines y jóvenes señoritas con vestidos. En 1926 Aldous Huxley dijo de la ciudad, “La propia vidadensa, auténtica, cuajada de donesno se puede imaginar nada más intensamente vivo.”

Entre el caos de drogas, luchas civiles y colonialismo, los jóvenes intelectuales de China comenzaron a pensar en soluciones para frenar la creciente pobreza del país y su servilismo con occidente. Muchos empezaron a girar la vista hacia el marxismo y a la victoriosa Revolución Rusa y varios grupos marxistas chinos se empezaron a reunir en Shanghai fundando el Partido Comunista de China (PCCh) en 1921; entre ellos estaba el futuro presidente del PCCh, Mao Zedong.

Después del vacío de poder que siguió a la muerte del héroe revolucionario Sun Yatsen en 1925, Chiang Kaishck entró en la escena política con el apoyo secreto de la Banda Verde, la poderosa organización clandestina de Shanghai. Ondeando la bandera del Partido Nacionalista, Chiang comenzó su ambiciosa Expedición al Norte en 1926 para apaciguar a los caudillos mititares y unir a una nación fracturada. En ese momento, los nacionalistas y los comunistas cooperaron juntos bajo el auspicio de un frente unido, que pronto vería su espectacular ruptura en Shanghai.

Al aproximarse las fuerzas nacionalistas de Chiang a Shanghai en 1927, el PCCh organizó una huelga como señal de solidaridad y apoyo, pero una vez hubo entrado Chiang en Shang¬hai, la huelga fue brutalmente aplastada. Sus organizadores fueron acorralados y ejecutados en las calles, y más de 5.000 huelguistas y estudiantes fueron asesinados. Fue el inicio de una despiadada campaña para aniquilar a los comunistas, campaña que se aceleró al conquistar Chiang Beijing en 1928 y completar con éxito su Expedición al Norte.

Aunque Chiang oficialmente unió a China, el imperialismo japonés era una amenaza constante. Cuando Japón invadió el noreste de China en 1931, los ciudadanos de Shang¬hai respondieron llevando a cabo boicots a los comercios y a los artículos japoneses. Cinco años más tarde, Japón comenzó una invasión general de toda China y los aviones y barcos de guerra japoneses bombardearon Shanghai mientras los expatriados ingleses y americanos estaban sentados plácidamente en las terrazas de sus exclusivos clubes observando el bombardeo.

China acabó la Segunda Guerra Mundial como miembro de las victoriosas fuerzas Aliadas y muchos volvieron a Shanghai esperando recuperar su estatus quo de vida fácil y beneficios aún más fáciles. Pero tan rápidamente como se hubo acabado el conflicto, se siguió con la guerra civil entre nacionalistas y comunistas. Shanghai, en otra época bastión económico, fue reducido a ruinas financieras mientras Chiang y sus seguidores administraban de manera nefasta el tesoro de la nación y desviaban dinero público a sus cuentas privadas.

La liberación de la ciudad en 1949 por el PCCh marcó el inicio de una nueva era para Shanghai. Los burdeles y los locales de opio fueron clausurados, los adictos recibieron tratamiento y rehabilitación y las prostitutas formación laboral. Se prohibió la mano de obra infantil, se eliminaron los barrios pobres y bajó la inflación.